La tentación de San Antonio, Salvador Dalí. Óleo sobre lienzo, colección privada. |
Despertó con la sensación de tener los músculos embotados. Su primer gesto fue una sonrisa a medias. Aún era muy temprano para esbozar una sonrisa completa y, como he dicho antes, Antonio no se sentía como él mismo esa mañana. Trató de seguir la rutina de siempre: estirar los brazos, componer la sotana, tratar – disimuladamente – de pulir su nombre para que los feligreses no se confundieran. No pudo hacer nada. Para su malestar descubrió que se hallaba de cabeza con trece monedas frente a él. Entonces la sonrisa fue completa, quizá carcajada. ¿Quién cree posible encontrar amor por tan poco dinero?
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