martes, 24 de agosto de 2010

Azar


En un movimiento arriesgado dios apuesta todas sus fichas, está seguro de que esta es la mano ganadora. Varios demonios mimetizan el gusto detrás de sus ojos oscuros. El innombrable, su líder, esboza media sonrisa con la comisura izquierda. Se tira la última carta. Dios se lamenta, el diablo le palmea la espalda de forma conciliadora y ríe a carcajadas. Abajo, en el mundo mortal, otro hombre está enamorado.

1 comentario:

  1. Éste sí me gustó bastante, que veas el enamoramiento como un juego entre fuerzas opuestas, donde gana la convencionalmente más siniestra de ellas. No todos lo vemos así.

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